+ All Categories
Home > Documents > Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno....

Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno....

Date post: 04-Jul-2020
Category:
Upload: others
View: 4 times
Download: 0 times
Share this document with a friend
17
Transcript
Page 1: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,
Page 2: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Alberto Gil Novales

Prensa, guerra y revolución

Los periódicos españoles durantela Guerra de la Independencia

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

EDICIONES DOCE CALLES

Page 3: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Sumario

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

II. Periódicos españoles durante la Guerra de la Independencia. Repertorio alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45Periódicos de América y Filipinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

Page 4: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

En el siglo XVII, como todo el mundo sabe, aparecen las primeras Gace-tas, en el XVIII ya son imprescindibles. ¿A qué se debe este fenómeno?La circulación de las ideas, sobre la que hace tiempo llamó la atenciónFranco Venturi, es fundamental, en toda clase de aspectos y disciplinas.Pensemos en la historia económica, a primera vista muy apartada de lashojas volanderas. Entre muchos, un artículo de Michel Morineau nosreveló la importancia de las Gacetas también en ese ámbito2. No solamen-te las ideas, sino que también las noticias, ya en el Setecientos3. Tan impor-tantes como los filósofos son los periódicos, incluso a veces más influ-yentes, porque son determinantes en la creación de la opinión pública4.

Aunque todo el mundo subraya la importancia del llamado cuartopoder, muy pronto, aquí y allá, encontramos críticas acerbas. «Trabajoperro», dice El matamoscas en 1837: «si se dice la verdad se le tilda derevolucionario, gorro, anarquista, mientras que los otros periódicos, losque viven del amaño, proporcionan estupendos destinillos, y se con-vierten en plantel de empleados»5. Según esto los periódicos, y los perio-distas, son de dos clases: los que buscan la verdad, lo que con frecuen-cia les cuesta la vida; y los que la tergiversan, al servicio del poder, hasta

13

1 La primera versión de este estudio preliminar se publicó, con el título de «Esta-do de la cuestión sobre la prensa de la época», en Francisco Miranda Rubio (coordina-dor): Congreso Internacional Guerra, sociedad y política (1808-1814),Pamplona y Tude-la, 21-24 de noviembre de 2007, Pamplona, Universidad Pública de Navarra / InstituciónPríncipe de Viana, 2008, I, pp. 325-354. Agradezco al prof. Miranda Rubio y a todoslos organizadores del Congreso el permiso que me han dado para reproducir mi ponen-cia en este lugar.

2 Michel Morineau: «Or brésilien et gazettes hollandaises», Révue d’Histoire Moder-ne et Contemporaine, XXV, Janvier-Mars 1978, pp. 3-61.

3Michael Confino: Introduzione, en Antonello Venturi (ed): Franco Venturi e laRussia, Milano, Fondazione Giangiacomo Feltrinelli, 2006, XXVIII.

4 Cf. Wijnand W. Mijnhardt: «Franco Venturi’s Dutch Republic», en ManuelaAlbertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis, 2006, 413. Cf. Jürgen Habermas: Historia ycrítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Trad. deAntonio Domenech y Rafael Grasa, Barcelona, Gustavo Gili, 1997.

5 El matamoscas, Madrid, (periódico publicado por Manuel Benito Aguirre) núms.55-60, cuad. 2º, 5ª entrega, 11 mayo 1837, pp. 13 y 14. Cit. por mí en «Prensa satíri-ca de la época de Larra: el Matamoscas», en Albert Dérozier (ed): Revisión de Larra (¿Pro-testa o revolución?), Paris, Annales Littéraires de l’université de Besançon, Les Belles Let-tres, 1983, p. 135.

Page 5: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

que cazan un destino, y después con más razón. Acaso El matamoscas estéen lo cierto. Naturalmente hay quien excluye a la mala tradición perio-dística, que es siempre la que no está de acuerdo con sus posiciones vita-les. Así por ejemplo el escritor chileno Alberto Edwards califica de perió-dicos lamentables a una serie de ellos, de contenido social, que se dieronen su país, a los que engloba en un capítulo de Guerra a la Tiranía. Noso-tros, en cambio, ahora, quisiéramos saber algo más6.

Habíamos visto que la búsqueda de la noticia caracterizaba a la pren-sa en sus etapas iniciales, y era una especie de título de gloria. A finalesdel siglo XIX Pompeyo Gener la invectiva, diciendo que practica el «Noti-cierismo». Los periódicos de información actuales, dice, aparte de palan-ca de promoción, son un mal para la sociedad, fuente de alarma, deinquietud, y de sobreexcitación. A falta de cosas notables, dan impor-tancia a las insignificantes, o a los crímenes. Los ejemplos de crímenesen los periódicos generan otros crímenes. El autor pone el ejemplo delos regicidios. Se pierde el entusiasmo por las grandes cosas, a fuerza deadmirar las pequeñas. Se crean celebridades injustas. Gener propone quelos periódicos se dediquen a la generalización de la Ciencia, a la realiza-ción de la Justicia y a la exaltación del Arte, algo que, según cree, estáempezando ya en París7.

Pasamos unos años, y encontramos al gran satírico austrìaco. Karl Kraus,quejándose de que el lector acude a la prensa en busca de información, ysólo encuentra «impresiones tendenciosas y adornadas»8. Kraus en 1899 fundala revista Die Fackel (La Antorcha), a la que Edward Timms califica de «enci-clopedia crítica de la vida pública centroeuropea». En ella encontramos docu-mentación sobre la decadencia del Imperio austro-húngaro, la emergenciadel antisemitismo, la influencia permanente de la prensa, los horrores de laPrimera Guerra Mundial, las batallas políticas de la República austríaca y elsurgimiento del nacionalsocialismo, sin olvidar la enorme dimensión ima-ginativa que caracteriza a Karl Kraus. Por supuesto la prensa, en esa enu-meración, no es una piedra blanca entre tanta negrura9.

En el primer tercio del siglo XX don Ciro Bayo calificaba de inmun-dos, por antonomasia, a los periodistas y escritores arribistas10. Otro

14

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

6 Alberto Edwards: Páginas históricas, Prólogo de Raúl Silva Castro, Santiago, Difu-sión chilena, 1945, p. 68.

7 Pompeyo Gener: «El Noticierismo», en Literaturas malsanas. Estudios de Patolo-gía literaria contemporánea, Madrid, Fernando Fe, 1894, pp. 361-378.

8 Karl Kraus: Contra los periodistas y otros contras. Prólogo y versión castellana deJesús Aguirre Duque de Alba, Madrid, Taurus, 1981, p. 14.

9 Edward Timms: Karl Kraus, satírico apocalíptico. Cultura y catástrofe en la Vienade los Habsburgo. Trad. de Jesús Pérez Martín, Madrid, Visor, 1990, p. 66.

10 Cit por Julio Caro Baroja, reproducido por José Antonio Ereño Altuna: Cartasde Ciro Bayo a Unamuno. Un diálogo difícil, Bilbao, Ikur S.A., 1996, p. 19.

Page 6: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

aspecto es el tremendo vacío que señala Arturo Carlo Jemolo, católicoantifascista: «cuando en la época fascista, antes de la Segunda GuerraMundial, un italiano salía del país, la prensa de los países libres no le ayu-daba en absoluto, porque, o bien simpatizaba con el Duce y su régi-men, o bien se mostraba indiferente»11. Alcides Arguedas en 1937 cali-fica a la prensa criolla de «brava, impulsiva, agresiva, y, sobre todo,injusta»12. Unos años después Luis Buñuel nos habla de la angustia quele produce la prensa.

La información-espectáculo es una vergüenza. Los titulares enormes–en México baten todos los récords– y los sensacionalistas me dan ganasde vomitar. ¡Todas esas exclamaciones sobre la miseria para vender un pocomás de papel! ¿De qué sirve? Además, una noticia expulsa a la otra13.

Estos ejemplos, tomados un poco al azar, no son por ello menossignificativos. Otros muchos podrían aducirse. Estaría en nuestro dere-cho atribuir tanto juicio negativo al capricho de los autores, a las circuns-tancias particulares en que escribieron, a cierta propensión a la exagera-ción, pero la repetición de los datos da que pensar. No se niega laimportancia de los periódicos, en bloque, se teme, sí, por la libertad delos ciudadanos.

Si ahora volvemos atrás, antes de llegar a la Guerra de la Indepen-dencia, sentimos la nostalgia de la prensa ilustrada, aunque también tuvie-se sus problemas. Cualquiera que sea la categoría de sus redactores, es unaprensa con censura previa, o como la llamó Paul J. Guinard, una prensa«orientada»14. En Europa los años finales del siglo XVIII son años de gue-rra, por el enfrentamiento fundamentalmente de Inglaterra con la Revo-lución francesa. Al fin se llega a la paz, ya en época napoleónica, la de Amiensen 1802, saludada con alivio y esperanza por todos a ambos lados del canalde la Mancha, por todos, menos por los gobernantes ingleses, que sólo muya su pesar han tenido que consentir en ella. La prensa va a resultar decisi-va en la nueva coyuntura, y su ejemplo constituye el más claro anteceden-te de lo que ocurrirá en la Península Ibérica seis años después.

15

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

11 Arturo Carlo Jemolo: Anni di prova, Vicenza, Neri Pozza, 1969, p. 14612 Alcides Arguedas: «Valor y calidad de las Fuentes de Información Histórica en

periodos de anormalidad política», Nosotros, Buenos Aires, número extraordinario Julio1837, recogido en id: Obras completas, preparación, prólogo y notas de Luis Alberto Sán-chez, México, Aguilar, 1959, I, p. 1170.

13 Luis Buñuel: Mi último suspiro (Memorias), Trad. de Ana María de la Fuente,Barcelona, Plaza & Janés, 3º ed., 1983, p. 221. La ed. original francesa es de 1982.

14 Cf. Paul J. Guinard: La presse espagnole de 1737 á 1791. Formation et signifi-cation d’un genre, París, Centre de Recherches Hispaniques, Institut d’Études Hispa-niques, 1973.

Page 7: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Para comprender la situación de Inglaterra en esos años tenemosun libro magnífico, de un autor, Jules Deschamps, poco citado por loshistoriadores españoles, acaso porque cuando apareció en Bélgica nues-tro país estaba en pleno franquismo, lo que explica ésta y otras ausencias15.

El autor empieza diciendo que a finales del siglo XVIII Inglaterra esta-ba, políticamente, más avanzada que los demás países de Europa, peroseguía siendo una potencia de Antiguo Régimen. El monarca, Jorge III(1738-1820, rey desde 1760), se comportaba como un soberano absoluto.Cuando estalló la Revolución francesa, al principio le pareció muy bienporque vio en ella un castigo al rey de Francia, por haberse aliado con losrebeldes de Norteamérica. En Inglaterra existía un Parlamento, pero elsistema electoral databa del siglo XIV, las elecciones eran un carnaval delas que el pueblo estaba ausente, la Cámara de los Comunes era tan aris-tocrática como la de los Lores, la Iglesia estaba también fuertemente unidaa la aristocracia; sin hablar ahora de la situación de Irlanda, sometida aun régimen agrario sin parangón con otras regiones de Europa.

Un sistema de esta naturaleza por fuerza suscitó un alud de propues-tas de cambio, cuyos autores fueron calificados en seguida de radicales,democráticos y jacobinos. Floreció la palabra y el pensamiento con Pries-tley, John Wilkes16, los estudiantes de Oxford Southey y Landor, y conThomas Hardy, fundador en 1793 de la Sociedad correspondiente deLondres17, y con la Sociedad de Información Constitucional de Tho-mas Payne. No faltó ni el saludo de simpatía a la Convención francesa,enviado en noviembre 1792 por un llamado Club revolucionario britá-nico. Desde Bélgica los franceses inundaban a Inglaterra con toda clasede propaganda. El gobierno, asustado, decidió actuar. 1794 es el año delos grandes juicios por alta traición contra los representantes del pensa-miento democrático. Pero además de todo lo dicho, Inglaterra tenía unsistema judicial que gracias al talento de abogados como Thomas Ers-kine permitió salvar la vida a Hardy y a otros promotores de cultura yderechos humanos. Claro que no todos tuvieron la misma suerte queThomas Hardy. Muchos fueron ejecutados, sin más delito que el amora la libertad. La solución para William Pitt (1759-1806), primer minis-tro desde 1783 hasta 1801, y de nuevo en 1804, era la guerra. Comen-zada en 1793, después de la muerte de Luis XVI, no se interrumpió conla llegada al poder en Francia, 1799, del general Bonaparte, porque Pittveía en el Primer Cónsul un representante de la Revolución.

16

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

15 Jules Dechamps: Les Iles Britanniques et la Révolution Française (1789-1803),Bruxelles, La Renaissance du Livre, 1949.

16 George Rudé: Wilkes and Liberty, Oxford, At the Clarendon Press, 1965. 17 E. P. Thompson: The Making of the English Working Class, Penguin Books, 1968,

índice.

Page 8: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Se firmó la paz, no obstante, en Amiens, 1802. Por parte inglesa sehabía llegado a la paz por la aparición en su seno de tres partidos: (1),encabezado por Charles James Fox (1749-1806), manifestaba claramen-te que recelaba más del poder creciente de la Corona que de la fraterni-zación con Francia o de las insurrecciones populares. (2), el partido diri-gido por Pitt, consideraba que la guerra era una cuestión de honor, quela paz representaba una humillación, y además podría equivaler a la entra-da de principios democráticos. La guerra perpetua era preferible a lapaz. (3), aunque este partido no tenía jefe, su figura principal era HenryAddington, vizconde de Sidmouth (1757-1844), que fue quien iniciólas proposiciones de paz: consideraba que se podía llegar a una paz razo-nable, que hiciese no olvidar, pero sí superar, la vista de Francia entre-gada a acrecentar su comercio y sus manufacturas, es decir a ser rivalcomercial de la Gran Bretaña. Si no se hacía la paz, los gastos militaresincesantes llevarían a Francia a extender cada vez más lejos su poderío.Se llegó a la paz por cansancio de la opinión pública, que la anhelaba, yporque muchos ya no se fiaban de las ideas de Edmund Burke, quienhabía calificado al pueblo de «multitud bestial». Addington fue acusa-do de debilidad, no habían desaparecido los motivos internacionales dediscordia, se temía y se señalaba la ambición de Bonaparte, pero con todoeso la paz fue inmensamente popular.

Entonces se produjo un hecho muy británico y muy significativo.Muchos ingleses aprovecharon la paz para trasladarse al continente (los via-jes a Francia habían quedado prohibidos desde 1793), recorrieron la her-mosa geografía de Francia, quedaron prendados de ella, y se dieron cuen-ta de que la administración del antiguo enemigo era toda civil. Algunosse entrevistaron con el Primer Cónsul, quien les produjo profunda impre-sión: en aquel momento Napoleón deseaba sinceramente la paz y no laguerra. Los viajeros comentaron sus impresiones con los connacionales, ylas pusieron por escrito. Los libros fueron saliendo desde 1803 y años suce-sivos, incluso los hubo tardíos, como siempre sucede en estas materias.

El partido inglés partidario de la reanudación de la guerra se diocuenta de que no bastaba un pretexto cualquiera para encenderla, sinoque era necesario doblegar a la opinión pública. En términos económi-co-sociales Inglaterra estaba pasando del feudalismo al capitalismo, y esono se hace sin problemas18. La guerra empezaba por ser interna. Aquí laprensa va a cumplir una función primordial. Conviene que nos fijemosen que, teóricamente por lo menos, en Inglaterra existía libertad de pren-sa, único ejemplo en Europa. Esto quiere decir que no existía censura

17

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

18 Cf. Guy Lemarchand: «Un cas de transition du féodalisme au capitalisme: l’Angle-terre», Révue d’Histoire Moderne et Contemporaine, XXV, Avril-Juin 1979, pp. 275-305.

Page 9: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

previa. Ya veremos lo que esto significaba. Muchos periódicos, o mejorrevistas, del siglo XVIII, se hicieron justamente célebres, e influyeron pro-fundamente en toda Europa. Es el caso de: The Tatler (1709-1711), deSir Richard Steele (1672-1729) y Joseph Addison; The Spectator (1711-1712 y de nuevo en 1714), de Addison; The Guardian, (marzo-octubre1713) de Steele; The Freeholder, de Addison; The Freethinker (1718-1721),de Ambrose Philips; The Champion (1739), de Henry Fielding; The Ram-bler (1750), del Dr. Johnson; The Covent Garden Journal, (1752) de Fiel-ding; The World, (1753-1756) de Adam Fitz-Adam [Edward Moore]; TheConnoiseur (1754-1756), de G. Colman, senior; The Idler (1758-1760),del Dr. Johnson; The Bee (octubre-noviembre 1759), de Oliver Golds-mith; The Citizen of the World, del mismo (1760); The Mirror (1779) yThe Lounger (1785), ambos de Henry Mackenzie19.

Todos éstos son lo que hoy llamaríamos periódicos literarios, deamplio espectro, que no rehusan ocuparse alguna vez de política, inclu-so en alguno de ellos, por ejemplo The Freeholder, consta que estabainspirado por el gobierno; pero no son periódicos generalistas. La tareasucia, a la que voy a referirme, corrió a cargo de los diarios de informa-ción general. Leandro Fernández de Moratín, que viajaba por Inglate-rra, apunta los títulos de las que llama gacetas, sólo de Londres: TheStar, The Sun, The Oracle, The Times, Morning Post, Morning Chronicle,Morning Herald, The Daylli [sic], Public Advertiser, London Gazette, TheArgus, The Courier, Saint James Chronicle, London Packett, Ayre’s Lon-don Gazette, Evening Post, The Observer. Según Moratín todos los gace-teros se venden al partido gubernamental o al opositor, y gradúan suscríticas según los óbolos que reciben, pero si alguno quiere ser indepen-diente, se ve obligado a cerrar la publicación. Todavía, en los años a quese refiere Moratín, que son los finales del siglo XVIII, no se ha dado elcaso de que un periódico haya sido salvado por el favor del público. Obte-nerlo es uno de los propósitos fundamentales de todos los diarios, queestablecen una gran competencia entre ellos con este motivo. Con peque-ñas variaciones formales, todos estos periódicos contienen informaciónsobre las comedias que se representan en el día, sobre otros espectácu-los, diversiones y curiosidades, libros nuevos, suscripciones, píldoras,parches, bebidas y otros remedios, ventas, noticias de la Corte (si la Reinaestá mejor de los callos, por ejemplo), gracias dadas por el Rey, comotítulos de baronetes, etc., noticias políticas y militares de los reinos extran-jeros, sesiones y debates de las Cámaras, con todos los discursos pro-nunciados, noticias del Reino, anécdotas, sentencias dictadas contra

18

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

19 Cf. M.G. Segar: Essays from Eighteenth-Century Periodical, London, Methuen& Co, 1947.

Page 10: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

determinados reos, elogios, críticas o versos sobre los espectáculos, o sobreel mérito de alguna pieza nueva o de algun actor, acomodo de criados,ayos, maestros de lenguas.

Luego que cada papel de éstos sale de la prensa, se desata una multi-tud de muchachos, que van corriendo por las calles, tocando de rato enrato una bocina, y anunciando el nuevo papel con las noticias más inte-resantes que contiene.

Moratín admira profundamente esta prensa, por el esfuerzo y la ver-satilidad que representa, pero al mismo tiempo la desprecia por su vena-lidad. «A mediados del año de 1793», «el intitulado The Times era elmás abatido, lamerón y empalagoso adulador del Ministerio, y el Cou-rier el más acérrimo apóstol de la oposición; ya debe inferirse que ésteera el más moderno de todos ellos»20.

Diez años después aproximadamente de la visita de Moratín a Ingla-terra, la situación ha cambiado muy poco. Los viajeros ingleses que hanvisitado Francia tras la paz de Amiens se muestran orgullosos de que ensu país existe libertad de prensa, pero no se dan cuenta de que las leyes con-tra el libelo permiten detener y deportar a cuantos hayan escrito palabrasirreverentes sobre el rey, los príncipes, los ministros o la religión oficial.Pero las leyes contra el libelo no protegen a Bonaparte, que se queja envano de que los monárquicos franceses en Inglaterra le tilden de turco ode moro, o de algo mucho peor todavía (para los valores de entonces).

Factores políticos y económicos llevaron a la ruptura de las hostili-dades, pero también los hubo de orden ideológico y social. Los dirigen-tes de la vida inglesa se han convencido de que la paz pone en peligrosus intereses, sobre todo en el orden social, ya que viven obsesionadoscon el ejemplo de la Revolución francesa. Publican panfletos a favor dela guerra, irreprochables en virtud precisamente de la libertad de pren-sa. Poco es mientras estas opiniones representen solamente a las clasesaltas. Por ello buscan el apoyo de los fabricantes, los negociantes y losbanqueros, cuyo enriquecimiento van a favorecer, y a los que se entre-ga a las clases trabajadoras, como una especie de propiedad privada abso-luta. Pero como las clases trabajadoras pudieran sublevarse, hay que asus-tarlas de antemano. Si Bonaparte llegase a entrar en Londres, se les dice,todo el camino estaría sembrado de barro y de sangre. La ciudad pasaríaa llamarse Bonapartopolis, pero esto parece un chiste. Para que los obre-ros, los campesinos no se opongan a la guerra, hay que meterles el miedo

19

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

20 Cf. Leandro Fernández de Moratín; Apuntaciones sueltas de Inglaterra, Barcelo-na, Bruguera, 1984, pp. 92-95.

Page 11: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

en el cuerpo. Dechamps, para describir el fenómeno, utiliza una expre-sión que toma de Flaubert: calmar el sentimiento de injusticia con lacataplasma del miedo21.

Como Napoleón firmó el Concordato con la Iglesia católica, las Igle-sias protestantes aprovecharon el antipapismo local para presentar al Corsocomo enemigo de la Reforma. El metodismo sirvió admirablemente alos fines buscados, al tranquilizar a las poblaciones obreras, convencién-dolas de que era mejor asegurar el pan del cielo que no el de la tierra,fueron los periódicos los que convirtieron al Primer Cónsul en enemigopúblico número uno de la Gran Bretaña. Los despachos del embajadoringlés en París, lord Whitworth, estaban llenos de notas, en las que Napo-león aparecía bajo los aspectos más abominables. Esas notas reflejaban lapoca inteligencia y sobre todo el orgullo de un hombre del Antiguo Régi-men, que consideraba que Napoleón apenas sería bueno para cocherode un fiacre. Los despachos eran confidenciales, pero misteriosamentese filtraban hasta los periódicos, y cuando el gobierno francés se quejabade algunos artículos aparecidos en el Courier o en el Morning Post, la res-puesta se escudaba siempre en la libertad de prensa: el gobierno inglésno tenía medios para doblegar a esos periodistas. Falsedad absoluta. Sesabe que en 1795 el apoyo del Times le costó 600 libras al gobierno bri-tánico. Si un periodista, como James Perry, del Morning Chronicle, se atre-vía a publicar un artículo a favor de Francia, el atrevimiento le costó tresmeses de prisión. Un emigrado francés, Jean-Gabriel Peltier (1765-1825),publicó varios periódicos. En L’Ambigu (1803-1818), llegó a pedir el ase-sinato de Napoleón, lo que dio lugar a un proceso. Peltier fue defendidopor un tránsfuga, antiguo whig, John Mackintosh, quien pronunció unbrillante alegato a favor de la libertad de prensa. Se dice que Mme. deStaël, llevada por su odio contra Napoleón, tradujo al francés ese discur-so. La libertad de prensa no servía para exponer ideas, pero sí para pro-vocar al crimen. El proceso de Peltier hizo que lord Whitworth opinaseque ese individuo era un miserable, pero que ahora se haría poderoso;él, Whitworth, personalmente no buscaba la guerra contra Francia, perono se podía apartar de aquellos a los que debía su fortuna22.

Peltier fue muy leído y traducido en España y Portugal, a partirde 1808, seguramente antes. La lucha común contra Napoleón hizoque se juntase la legítima defensa del país contra el invasor con elmonarquismo insidioso de Peltier. Es muy característico que John

20

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

21 Dechamps, 184. Recuerdo que esto está escrito en 1949, y no se refiere portanto a la política anglosajona de nuestros días.

22 Informe de la Prefectura de Policía (francesa) del 8 marzo 1803, en A. Aulard:París sous le Consulat, Paris, Léopold Cerf, Librairie Noblet, Maison Quantin, 1906,III, p. 732. Cit. por Dechamps.

Page 12: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Robertson, Curaçao 23 febrero 1809, le manda a Andrés Bello en Cara-cas seis números del Ambigú, y a continuación en mayo 1810 el gober-nador Layard, para mejor influir en beneficio propio sobre la JuntaSuprema de Caracas le remite, para que vaya instruyéndose, otros sietenúmeros del Ambigú23. Muchos españoles que lo citan acaso no sabenqué clase de mercancía averiada ofrece: o sí lo saben, pero en amboscasos el resultado es reaccionario. Ocurre con él lo mismo que conBurke, que a veces se le hace pasar por liberal.

No sólo autores de categoría escriben en los periódicos. Tambiénhay muchos tipos de poca monta, que saben que urdir un artículo con-tra Francia lleno de inmundicias les supone comer aquel día. Comer estema importante. Estos tales no miden las consecuencias de su acción,sólo quieren comer. Es justo: no son filósofos.

Con lo dicho, no se ha abarcado toda la prensa inglesa de estosaños. La vitalidad del género hace que el gobierno lo vigile. No puedesubvencionar a todos los periódicos: los dominicales, especialmente,manifiestan cierto radicalismo. El gobierno trata de dominarlos devarias maneras: retirándoles toda publicidad oficial, que ya entoncesera un capítulo importante de ingresos; el correo podía poner mil difi-cultades desesperantes; todos los periódicos estaban sujetos al impues-to del timbre: si no tenían más ingresos que la venta de los ejempla-res, lo pasarían seguramente mal. La prensa libre, es decir sin censuraprevia, era en realidad una prensa tutelada. O como decía Cobbet:«La prensa que ha sido llamada el paladium de los hombres, ha sidoel medio principal por el que la libertad ha quedado extinguida entrenosotros»24.

Tras esta poco halagüeña declaración la guerra, que Bonaparte que-ría evitar, se posesionó de toda Europa, y se extendió a otros continen-tes. La Guerra de la Independencia española, 1808-1814, entra dentrode su radio de acción. La prensa que se publica en España en esos añoses –pido perdón por la redundancia– una prensa de guerra. Siete añosde combates son muchos años, aunque el conflicto no comenzase mate-máticamente el 1 de enero de 1808 y no se extendiese hasta el 31 dediciembre de 1814. Muchos años y muchos periódicos también. Estees el primer dato, casi físico, que nos entra por los ojos. En la lista queofrezco más abajo, he llegado a contar 606 entradas, diferentes, en todoel territorio nacional, pero sin incluir los periódicos en español publi-cados en Bayona, Gibraltar y Londres, y tampoco lógicamente los que

21

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

23 Cf. Pi Sunyer, Carlos: El general Juan Robertson un prócer de la Independencia,Caracas, Homenaje al Sesquicentenario de la Batalla de Carabobo, 1971, pp. 83 y 279.

24 Cit. por Dechamps, p. 191.

Page 13: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

salieron en América, a pesar de la mucha relación que tuvo con ellos.605 de esos 603 fueron impresos. El único restante fue Asociación deCáceres, de 1813, que al carecer la ciudad de imprenta se pensó manus-crito, dotado de un ingenioso sistema de copia, y sólo hace pocos añosha sido impreso25. Aunque esta cuestión de impreso-manuscrito es posi-ble que sea más complicada de lo que inicialmente suponíamos. Hemosvisto que en el Perú los periódicos peninsulares que llegaban a Lima,incluso anteriores a 1808, se copiaban a mano, y se difundían manus-critos26. Es posible que lo mismo ocurriese en España. Sabemos quelos periódicos de una ciudad se reimprimían en otra, completos o núme-ros, incluso fragmentos, sueltos, pero es posible que cuando no hubie-se imprenta, o no estuviese libre, se procediese a la copia manual. Peroesto es muy difícil de documentar.

Tampoco entran los folletos en el número de los periódicos, aun-que unos y otros tuviesen el mismo afán comunicativo. La periodicidadresulta fundamental para saber qué es un periódico. Dicho esto, que eselemental, estando España dividida entre dos soberanías que se hacenla guerra, la primera clasificación de los periódicos es la de patriotas yafrancesados, por usar una terminología quizás inexacta, pero fácilmen-te comprensible. Los periódicos afrancesados, estén donde estén situa-dos, han sido todos ellos fundados o controlados por el poder, militar ocivil. No son periódicos libres, tal como lo hemos visto al hablar de Ingla-terra. En general son periódicos monótonos, porque tienen que asumirforzosamente la propaganda del sistema que representan. En 1808 sequieren presentar como ilustrados, continuadores de la mejor historianacional, y la guerra en la que están metidos no tiene más propósitoque el convertir a Europa en una federación de Estados progresistas, diri-gidos por Francia, de los que habrán desaparecido las viejas y oprobio-sas estructuras. Ilustración y libertad es la divisa. Asi, por lo menos, sepresenta el Diario de Madrid 27. Cultura también en el Diario de Barce-lona, con sus ecos de la Antigüedad clásica, sus contribuciones de Físi-ca, con referencia a Newton, pero que no parecen ser algo más que

22

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

25 Cf. Asociación de Cáceres Cáceres. Año de 1813. Edición facsimilar. Presenta-ción de Mercedes Pulido Cordero. Estudio preliminar de Alberto Gil Novales. Bada-joz, Unión de Bibliófilos Extremeños, 1998, 2 vols.

26 Cf. Claudia Rosas Lauro: Del trono a la guillotina. El impacto de la RevoluciónFrancesa en el Perú. Prólogo de Michel Vovelle. Lima, Instituto Francés de Estudios Andi-nos, 2006, p. 61, nota 19.

27 Cf. mi artículo «Los periódicos en el Madrid de 1808. Análisis», en Revista deHistoria Militar, número extraordinario Los franceses en Madrid. 1808, mayo 2004, pp.133-195 (141-170). Y « La España ocupada», I Foro Internacional sobre la Guerra de laIndependencia. Actas, Zaragoza, 2006, Foro para el estudio de la Historia Militar de Espa-ña, diciembre 2006, pp. 151-198.

Page 14: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

vulgarizaciones, sus ensayos sobre asuntos entre científicos y prácticos,como la fabricación de la laca, y sus traducciones del francés28.

La guerra sigue y cuando están ocurriendo cosas muy gordas, en elpaís o incluso en el entorno próximo del redactor de cualquiera de losórganos afrancesados, no encontramos nada sobre el tema. Parece comosi se hubiese olvidado que el periodismo está unido a la noticia. En cam-bio, se combate al imperialismo británico, el monstruoso dominio de losmares, pero cuando el artículo no ha sido suscitado por ningún aconte-cimiento reciente, por nada conmovedor, y sobre todo cuando ya hemosleído cuatro o cinco veces la misma o parecida argumentación en dife-rentes periódicos, resulta abrumador. Lo único dramático son las notasescuetas sobre ejecuciones capitales, que aparecen por ejemplo en el Dia-rio de Barcelona. Si no fuera sarcástico, diríamos que la vida se asoma através de estas muertes. Los periódicos publican documentos emana-dos de sus autoridades, que no es que sean apasionantes, pero por lomenos son fuente para la historia, y como tales interesantes. Las órde-nes y decretos se publican muchas veces en francés y en castellano (encatalán en un brevísimo periodo de tiempo), lo cual nos permite asistira un ejercicio de virtudes de la traducción. Resulta curioso, por lo menos,ver que brigands se traduce por salteadores de camino.

Justo es consignar que algunos de los redactores afrancesados habíantenido ya vida literaria antes de 1808. Ahora se amoldan a las nuevascircunstancias, pero en cuanto pueden, tratan de enlazar con sus pro-yectos anteriores. A ellos debemos excelentes ensayos objetivos, lo quequiere decir también inactuales, que revelan un proyecto periodístico,tipo siglo XVIII, que sería el suyo si no hubiese guerra. A veces se impo-ne también la extraordinaria personalidad de algunos protagonistas, casode los discursos, así los llama, del P. Miguel Suárez de Santander en laGazeta Nacional de Zaragoza.

Como Francia gracias a su Ilustración, a la Revolución y al propiosistema napoleónico es un país de elevada cultura, arrimarse a él puedeser gratificante. En los periódicos afrancesados se encuentra informa-ción sobre actividades que tienen lugar en Francia, o en otros países tam-bién, vistos siempre desde el punto de vista de la propaganda napoleóni-ca. Noticias sobre grandes victorias militares, que quieren transmitir lasensación de que el poderío francés es irresistible. Junto a esto infor-maciones asimismo de índole civil o cultural, sesiones de las Academias,por ejemplo, que demuestran que la pujanza se mide también en términosde ciencia. Estos periódicos quieren disimular la estricta dependencia

23

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

28 Cf. mi artículo «El Diario de Barcelona en 1808», en Josep Fontana Història i pro-jecte social. Reconeixement a una trajectòria, Barcelona, Crítica, 2004, II, pp. 1.059-1.078.

Page 15: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

respecto de París con la introducción de temas y personajes –hombresde ciencia, viajeros, etc.– que entran por primera vez en la cosmovi-sión española, y que florecerán de nuevo veinte o treinta años después29.Para muchas cosas la prensa afrancesada constituye, así, un precedentenada despreciable.

En su afán de dominar la opinión pública los periódicos de este colorentran en frecuentes polémicas con los patriotas, sobre todo con los situa-dos en la misma área geográfica. De esta manera se nos ofrecen pers-pectivas, que hay que poner siempre en cuarentena, porque no son pro-ducto de una ideal búsqueda de la verdad; a pesar de lo cual son datosque tenemos que contrastar, lo cual amplía nuestro conocimiento delconjunto. Esta lucha, además, tiene un aspecto inesperado: a través deella non enteramos, siquiera esquemáticamente, del contenido de perió-dicos patriotas, que no han llegado hasta nosotros. Otra cuestión impor-tante: los afrancesados tratan de convencer a sus lectores de que la Espa-ña patriota es insostenible. Creyendo equivocadamente que todadisensión, hoy diríamos contraste de pareceres, significa la disoluciónsocial, insisten en estos aspectos de la España patriótica, contribuyendoa revelarnos de esta manera ángulos de visión que resultan capitales.Muchas referencias entran así en el ámbito de nuestras consideracioneshistóricas, y a veces son afortunadamente comprobadas por la apari-ción del mismo texto o tema en la literatura patriótica, cuando lo des-cubrimos en algún archivo o biblioteca.

Y luego está la emoción de las cosas, del transcurso de la guerra y dela vida de España, por más que no se quiera reconocer. La rutina de todoslos días, de repente, cede. Llama la atención lo que les cuesta a los perió-dicos afrancesados darse cuenta de la importancia de la batalla de losArapiles. Y cuando ya no hay más remedio que hablar de ella, todavía seagarran al clavo ardiente de una esperadísima victoria francesa en Rusia,que automáticamente restablecería las cosas en la Península Ibérica. Cuan-do la victoria no llega, todavía se quiere confiar en no sé que combina-ciones diplomáticas, que dejarían España en las manos de los Bonapar-te. Lutzen y Bautzen, las famosas batallas finales del poder napoleónico,aparecen como luminarias. Después ya nada, sólo la desaparición.

Si ahora pasamos a la prensa patriótica, que durante un tiempo fuela única que se conoció, la impresión es formidable, precisamente por elnúmero en primer lugar, a lo que ya me he referido. La catástrofe espa-ñola es de tal magnitud, que forzosamente origina entre los que quieren

24

LOS PERIÓDICOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

29 Por ejemplo la reseña de Malthus: An Essay of the principle of population, Lon-dres 1803, en la Gazeta de Madrid, junio-julio 1808. También Lord Stanhope: Contri-bución a los progresos del arte de imprimir, Charles Stewart: Catálogo de manuscritos per-sas, 1805, etc. Cf. mi art. cit. en nota 27, p. 182.

Page 16: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

acudir a su remedio una multitud de periódicos y de folletos, en todaEspaña, no solamente en Cádiz. A la pregunta de cómo es esta prensa,habría que contestar que varía mucho de unos lugares a otros, de las posi-bilidades con que cuentan los editores, y por tanto de la mayor o menorextensión y periodicidad de los periódicos. Estos se copian mucho losunos a los otros, lo cual ha parecido a veces abusivo, cuando en realidadera el único recurso para vencer a la distancia con que se contaba. Lacirculación de las ideas hacía necesarios estos procedimientos. La opi-nión pública, proclama con unción y orgullo el Semanario patriótico ensu Prospecto, «es mucho más fuerte que la autoridad malquista y los ejér-citos armados»30.

Importante declaración, pero teniendo en cuenta que estamos enguerra, no se puede decir que la española sea una prensa libre. La publi-cación de los periódicos tiene que contribuir también al esfuerzo deguerra. Lo que la prensa nacional dice de Napoleón, o del rey José31,o de los personajes más conspicuos del sistema imperial, es un con-junto de insultos y de medias verdades, que poco tienen que envidiara los periódicos ingleses que buscaban la reanudación de la guerra des-pués de 1802. Esto parece lógico: lo malo es haber caído en una gue-rra, pero una vez comenzada alabar al enemigo sería un contrasenti-do; y más cuando se trata de una guerra de agresión de Francia contraEspaña. Lo asombroso es que hubiese españoles en ese contexto quese atreviesen a separar idealmente la nación francesa y su historia delacto de fuerza intolerable cometido por Napoleón. La alianza inglesano ayudaba demasiado, me refiero en términos intelectuales, porqueInglaterra, que tiene muchos méritos en otros aspectos, sigue siendoel país de la guerra, manejado por su gobierno, que todo lo espera dela catástrofe de los demás. Esto hizo de Inglaterra una máquina difu-sora de ideas reaccionarias.

Pero todo tiene un límite, o por lo menos así me lo parece a mí.Los periódicos patrióticos a veces se pasan de la raya. La demonizaciónde Napoleón y de sus deudos es algo a lo que asistimos en nuestros días,con esos inventos, los del eje del mal y otras imbecilidades. Yo no sé sientonces y ahora esos inventos podrían tener eficacia. Mucho dependedel talento del redactor. El Semanario patriótico publica el artículo «Sabiapolítica de Bonaparte», oportuno comentario a la divisa atribuída alEmperador «J’ai ma politique à moi», que el periódico español traducepor «grillos, cadenas, ultrajes, asesinatos y robos», por lo que la divisa

25

PRENSA, GUERRA Y REVOLUCIÓN

30 Semanario patriótico, Madrid, Prospecto, 1808, p. 3.31 Por ejemplo, el patriótico Diario de Manresa había dicho del rey José que era

«tuerto, cojo y jorobado», cosa rebatida por el Diario de Barcelona, 23 septiembre 1808.Cit. en mi art. de la nota 28, p. 1.063.

Page 17: Prensa, guerra y revolución - docecalles.com€¦ · Albertone (ed): Il Repubblicanesimo Moderno. L’idea di Repubblica nella riflessione stori-ca di Franco Venturi, Napoli, Bibliopolis,

Recommended